La apertura es suave, con pomelo y jengibre desde el primer momento.
Se trata de un pomelo ligeramente dulce, como el que se espera de la tendencia de los años 2000; un detalle que puede desanimar a algunos veteranos que buscan un limón seco o una bergamota, aunque no es una fragancia dulce en general.
Un vetiver redondeado con sabor a nuez aparece, ayudado además por una nota de avellana firmemente reivindicada.
Esta fragancia no huele a dulce y el sabor a nuez del vetiver es muy pronunciado, junto con un elemento ahumado que no se suele ver en el vetiver hoy en día.
Una vez más, parece que un poco de lo clásico y un poco de lo nuevo están en juego.
La avellana y el vetiver siguen siendo los protagonistas, frente a la lavanda y la vainilla de Pour un Homme (1934) de Caron, con el esperado fondo amaderado-ambarino que se calienta tras unos minutos en la piel.
La molécula amaderada-ambarina se mezcla con el haba tonka para dar una sensación de tabaco, y un borde metálico aparece y se mantiene.
AIMEZ-MOI COMME JE SUIS es muy agradable; ni aburrida ni neutra en cuanto a la edad, ya que el ligero dulzor del haba tonka y la sutil estela amaderada del ámbar sustituyen a las notas de pachulí y cedro, dándole una cara más joven.
Ideal para todas las estaciones del año y todas las ocaciones, el único momento a evitar es el del calor extremo o en entornos estrictamente formales en los que se quiere evitar cualquier dulzura, pero por lo demás podría ser una firma para el hombre cansado de las fragancias azules y acuáticas y que necesita un poco de versatilidad.
El tiempo de fijación es de unas ocho horas (aprox.), y la proyección no es feroz, manteniéndose así estable hasta la mitad, donde se desploma en la base.