

Vivaz, refinada y a la vez delicada, la belleza absoluta de Fleur de Rocaille puede definirse como la quitaesencia de lo bonito.
Con carácter y estilo, es un brebaje floral de encarnación tan primitiva y correcta que casi parece estar destinada sólo a las mujeres bien educadas.
Esta fragancia es gran ejemplo de los perfumes franceses de alta calidad, como un estilizado ramo de flores de inmensa belleza y compleja construcción.
Es el (in)Genio capturado en un frasco y liberado de su prisión de cristal con el único propósito de conceder deseos fragantes a aquellos que quieran probar una de las joyas más preciadas de Caron.